MENU
RESEÑA • Mil surcos

La arcilla de los años

—por Cezary Novek—

Reseña #418 en el sitio Solo Tempestad, 26 de abril de 2017.

________________

|

MARTIN-CRISTAL-Mil-surcos-(2014)-800pxMil surcos es parte de una tetralogía, aún sin título, cuyo eje es el tiempo narrativo. Las historias son autónomas y se pueden leer de manera independiente. Las dos novelas publicadas hasta el momento, Las ostras y Mil surcos, tienen como elementos el agua y la tierra, respectivamente. Las otras dos, aún en proceso, son el fuego y el aire. Cada elemento simboliza un estadio de la existencia humana y una manera de percibir el tiempo. El agua es el otoño, el tiempo reciente; la tierra, el tiempo ancestral, la vejez; el fuego es el futuro incierto; el aire es el presente.

En el caso de Mil surcos, la trama se desarrolla a través de múltiples historias de familias que se van entrecruzando por diferentes escenarios y momentos (Rusia, 1918; Córdoba, 2004; Perú, 1941 y Córdoba, 1945) hasta confluir en la Córdoba del siglo XXI. La contextualización histórica, el trabajo de voces, la idiosincrasia de los personajes según su origen, todo está meticulosamente elaborado de manera tal que la novela es verosímil sin agobiar con datos, cosa que se agradece. La arquitectura es compleja pero las terminaciones son sencillas, en esa simplicidad que da vida a los personajes, radica la belleza de la novela. La sensibilidad aparece de forma elíptica, está implícita en la belleza de la prosa, en la precisión quirúrgica del lenguaje, una escritura perfecta no necesita caer en lugares comunes.

Mil surcos es una novela de emociones contenidas pero presentes en cada página. La nostalgia por el desarraigo y el traslado, la dispersión, la entropía familiar dejan una carga emotiva, silenciosa como la radiación, que se extiende de generación en generación como una herencia genética.” Cezary NovekEn Las ostras, Cristal intercala entre capítulos citas de un extraño libro de biología marina del siglo XIX llamado Los misterios del mar, de Manuela Aranda y San Juan. En Mil surcos, el recurso de los separadores (con las correspondencias que disparan) está dado a partir de unos dibujos sobrios y sugerentes, de mano del mismo autor.

Este tipo de historias corales, que se recuestan sobre más de dos generaciones, tienen cierto dejo a cine europeo y es imposible no pensar en la película Los unos y los otros (Lelouch, 1981) así como también en libros afines –más allá del género o lenguaje utilizado– a las temáticas del origen y la memoria de lo ancestral como Maus, de Art Spiegelman; Entonces el libro, de Alex Appella; Inochi wa takara, de Ariel Bermani.

A diferencia de Las ostras, que tiene cierta deliberada frialdad, Mil surcos es una novela de emociones contenidas pero presentes en cada página. La nostalgia por el desarraigo y el traslado, la dispersión, la entropía familiar dejan una carga emotiva, silenciosa como la radiación, que se extiende de generación en generación como una herencia genética. ♦