Reseña incluida en una nota del diario Alfil (Córdoba). 25 de octubre de 2022.
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Editorial Caballo negro acaba de publicar la novela de Martín Cristal Los incendios, título con que concluye una tetralogía del autor iniciada en 2012 con Las ostras, y que prosiguió con Mil surcos (2014), Las alegrías (2019) y, en este 2022, el último tomo recién develado por el sello local. Cada libro se autosustenta en su lectura, a la vez que es parte de una red narrativa conjunta. La organización cuatripartita está en la base de todo el trabajo, y en Los incendios se convierte La organización cuatripartita está en la base de todo el trabajo, y en Los incendios se convierte especialmente en el universo estructural del tomo, como si en pequeño se aludiese a toda la tetralogía: cuatro cabañas en las sierras, en un futuro apenas lejano donde el calentamiento global se hace más palpable cerca de los incendios forestales, hace rato descontrolados.” Gabriel Ábalosespecialmente en el universo estructural del tomo, como si en pequeño se aludiese a toda la tetralogía: cuatro cabañas en las sierras, en un futuro apenas lejano donde el calentamiento global se hace más palpable cerca de los incendios forestales, hace rato descontrolados. El tiempo verbal de la narración enuncia los hechos en futuro, un transcurrir que remarca la esencia conjetural de lo que se ofrece al imaginario de los y las lectoras. A su vez, la sucesión de los hechos se da en tiempos paralelos, y parte de la indudable maestría del libro es su mantener claridad cronométrica sobre lo que ocurre. Los puntos de vista de la narración son provistos por los habitantes de cada cabaña en ese verano de aquí a diez años. La primera cabaña (la Norte) está ocupada por una familia de cuatro integrantes; la segunda (la Sur) por un hombre solo; la tercera (la Este) por una mujer y un chico; y la cuarta (la Oeste) por el dueño del predio. Relatos sucesivos, tiempos coincidentes, hasta la cuarta parte, en la que todo el cuadro se va develando y donde se concentra la mayor parte del peso narrativo, rearmando el sentido de la acción. El segundo capítulo habrá puesto sobre la mesa varias claves para este final, que cierra Los incendios y también la tetralogía, y que se oscurece al revelar los hilos sueltos, en la voz del dueño del predio, facetada en un juego narrativo muy preciso, que exige atención y ejercicio interpretativo. Allí danza una superposición de acontecimientos que clausura cualquier presunción de inocencia del relato. Un gran cierre para una gran novela y el ciclo completo. Por el camino queda flotando una escena de maravillosa iniciación literaria.
Hay excelente viento para embarcarse en la obra de Martín Cristal y Los incendios es el premio de esa apuesta en la que todos, lectoras y lectores, escritor y casa editora, ganan. Va una entusiasta recomendación. ♦