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ENTREVISTA • Mil surcos, Las ostras

Un hombre singular

—por Santiago Aguirre—

Revista Ocio (Córdoba), Nº 143, mayo de 2016.

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MARTIN-CRISTAL-Mil-surcos-(2014)-800pxMartín Cristal es un hombre alto, rubio, con cara de buen tipo y mirada inteligente. Habla con seguridad sobre su obra y, por lo que describe al graficar un día de trabajo, se lo intuye como una persona meticulosa, ordenada. Ésa es una de sus características al encarar cada obra. Tiene nueve libros escritos, entre ellos uno para niños. Transita una manera de escribir casi exquisita, pensando cada palabra, con un estilo claro y atractivo.

Está abocado a colaboraciones periodísticas, la coordinación de grupos de lectura y al mantenimiento de su blog literario, El Pez Volador. También a la construcción de una tetralogía novelística, que comenzó con la aparición de Las ostras y siguió con la reciente edición de Mil surcos (ambas novelas publicadas por Caballo Negro Editora).

Cristal explica que Mil surcos es tan libre como Las ostras, ambos libros se pueden leer de manera independiente. Aun teniendo puntos de conexión, las dos novelas resultan verdaderamente autónomas. Las ostras se refiere a un pasado reciente y Mil surcos a un pasado lejano.

¿Es verdad que sentaste a tus padres y les grabaste conversaciones sobre la historia familiar?

Sí, para escribir Mil surcos quise adentrarme en mi historia familiar. Me nutrí de sus anécdotas, con las diferentes visiones que había sobre los mismos acontecimientos. Así armé el libro, a partir de ese material. Generalmente trabajo la historia de cada personaje por separado, y después las voy entramando. Eso te lleva a ser ordenado porque si no, te perdés.

¿Las has estructurado previamente, a las novelas?

Parcialmente. Estoy lejos de encerrar los relatos en un compartimento estanco. Las he contorneado, con una línea punteada, dentro de los cuatro elementos clásicos y el devenir de cuatro generaciones. Las ostras se refiere al agua y a los adultos. Mil surcos, a la tierra y a los viejos. La que viene será referida al aire y a la juventud, y la última será la del fuego: dedicada a los niños y a la incertidumbre del futuro.

¿Ya tenés listas las otras novelas?

De la próxima novela hasta ahora tengo escrito solamente el 10%. Voy avanzando de a poco. Es mi manera de trabajar. Creo que para escribir novelas hay que ser cuidadoso, es la manera de tratar bien al texto.

Pero le das mucha importancia al concepto general…

Ahora sí. En el 2004, cuando volví de México, donde viví algún tiempo, tenía 31 años y tres libros en mi haber. Ya de vuelta en Córdoba publiqué dos libros más… Entonces me cuestioné eso de publicar un libro tras otro sin que tuvieran alguna relación entre sí. Paré la pelota y trabajé en esa cuestión. Me centré en discernir un “concepto”, algo que por otra parte es usual en cierto punto de la vida de un escritor. Como en el caso de Faulkner, por ejemplo. También había visto que artistas de otras disciplinas hacían lo mismo. Por ejemplo Frank Zappa, el músico, con su manera de relacionar un disco con los anteriores… “Conceptual continuity”, le llama él: “continuidad conceptual”.

Pero, al mismo tiempo, atarte a un concepto en forma permanente puede ser esclavizante… La solución que encontré fue trabajar una tetralogía: un proyecto seriado, pero con una puerta de salida. Cuando la termine, veré si sigo explorando ese universo o si paso a otra cosa. Mi padre tenía galería de arte, me crié atento a las artes plásticas, y siempre me pareció sana esa manera de trabajar en series que tienen muchos pintores. Así empecé a escribir Las ostras: como el comienzo de una serie.

Hay varias diferencias entre Las ostras y Mil surcos

Sí. Y similitudes. Ése es el juego. En ambas hay muchas voces diferentes, aunque no disonantes: siempre busco cierta unidad armónica, en un sentido musical.

Parece que escribieras escuchando música…

Escucho mucha música, así que debo tener incorporada la cuestión armónica. Pero no escribo escuchando música. Cuando escribo necesito concentrarme en la música del propio texto.

¿Y sos de poner notas de otras “músicas” tuyas en tus nuevas composiciones?

He incorporado personajes de mis cuentos de Mapamundi en Las ostras, por ejemplo. Ciertos personajes, que no son tan ricos en otros relatos previos, reaparecen y se vuelven importantes en las novelas. O al revés.

Vamos a lo personal: tenés un abanico de ocupaciones, en lo periodístico, en lo docente, tu blog, etc. ¿Cómo administrás tu tiempo?

Es difícil. Hasta hace unos años hacía horario laboral en un estudio de diseño. Ese horario estructuraba después los tiempos de la escritura. Ahora trabajo en mi casa. Eso, y el haber sido padre hace poco, reformularon el rompecabezas de cada semana. Los tiempos libres se atomizaron. Trato de planificar, de imponerme cierto orden. Si no, no podría hacer todo lo que hago.

¿Tu formación literaria es académica?

No, para nada. Se ha dado naturalmente. Mis inquietudes me llevan a indagar y a interesarme en distintos temas, pero nada más. No soy un erudito en nada. Mi eje es la literatura, concretamente la narrativa.

¿Sos metódico para leer?

Mucho menos que para escribir. Tengo gustos muy disímiles y leo varios libros por vez, como hace mucha gente. Mi mesita de luz tiene una pila de libros que velan y deforman mis sueños.♦