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PRESENTACIÓN

La musica interior de los leones

—por Elsa Drucaroff—

45ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, sala Sarmiento, Sociedad Rural. 29 de abril de 2019. (Selección de fragmentos y desgrabación: M.C.).

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MARTIN-CRISTAL-Las-ostras-(2012)-800pxPrimero quería decir por qué [este libro] tiene tanto que ver con la ciencia ficción. No porque hable del futuro; ya hace mucho que no es necesario hablar del futuro. Y por otra parte tampoco pasa, el futuro, por la definición de lo que es, para mí, la ciencia ficción.

La ciencia ficción es fundamentalmente un género especulativo. Un género que, tomando elementos del presente más vital y más urgente, extrapola esos elementos, a veces pensando en el futuro —cómo será esto si se desarrolla en un futuro, e imaginando una sociedad futura—, a veces pensando otro mundo… Ursula K. Le Guin —une de les autores de mi vida—, muchas veces, más que si futuro o no futuro, piensa “cómo sería un mundo donde”. Para eso tiene el verosímil del “otro planeta”, pero a veces ni siquiera es necesario hablar de otro planeta. O a veces hasta se puede pensar una utopía o una distopía incluso pensando hacia atrás. O sea, no es el futuro. Y este libro tampoco habla del futuro. El libro habla de Córdoba.

[…] Todo el imaginario de la ciencia ficción está en el presente. Que es muy desestabilizador, pero además ocurre en una sociedad en la que el capitalismo no parece tener oposición, no parece tener contrapeso. La especulación que hace La música interior de los leones tiene mucho que ver con una Córdoba Capital arrasada, por un lado, por las transformaciones tecnológicas; por el otro, por el capitalismo salvaje; por el otro, por las transformaciones subjetivas que producen todos estos cambios. Y es un libro, yo diría, distópico, en el sentido de que está imaginando posibilidades sociales atroces, pero al mismo tiempo es un libro profundamente presente, totalmente actual. No es el futuro lo que está en juego. Lo que sí está en juego es la extrapolación especulativa de elementos que, planteados como hoy se están planteando, pueden conducir a una pesadilla.

[…] Son tramas complicadas, con peripecia. No son cuentos de instante detenido, no son cuentos de clima. Y están contados realmente con un oficio enorme, en el sentido de que no es fácil contar peripecia, no es fácil contar cosas complicadas, con muchos personajes, con muchos incidentes, con muchos factores para pensar.

[…] Muchas veces la ciencia ficción se ha tomado de estructuras del policial, o del realismo sucio, del policial negro… El cyberpunk trabaja muchísimo con el policial negro. Acá también hay momentos de policial. Hay momentos de trabajos más minimalistas o más íntimos. Y hay fantaciencia, y hay magia: hay un cuento satánico. Hay cine clase B: hay un cuento muy raro —el cuento con el que comienza el libro— que de pronto tiene una resolución digna del más creativo, desopilante y “alexdelaiglesístico” —podría decir— cine clase B. Esa resolución no la voy a espoilear [risas]. Son cuentos con intriga y con peripecia: venir a contarles el final es más o menos para que me maten.

Un tema que quería plantear entonces es esta complejidad, esta destreza. El otro tema es el regionalismo… o mejor, el no-regionalismo. Esto también es súper interesante. Ustedes saben que hubo un momento —la primera mitad del siglo XX, y buena parte de la segunda mitad— donde hubo todo un planteo desde las provincias de literaturas regionales, reivindicando lo típico como una maravilla, idealizando lo que a veces era básicamente pobreza o marginalidad como algo autóctono y valioso […].  En ese sentido decía yo: no al regionalismo, sí a trabajar con el espacio y crear con el espacio y la cultura propios. Este libro se inscribe en una línea que yo veo, en general, en la narrativa cordobesa (la cual no conozco como me gustaría, pero que conozco un poco). Esta línea sería: “escribo desde donde estoy, escribo en diálogo con lo que se escribe ahí donde estoy, y escribo sin ignorar que este no es el centro del mundo, y que existen otras cosas, y que vale la pena dialogar con otras cosas”. Esta potencia de lo local/global: de lo glocal.

[…] Esa es otra cosa que me parece súper original en el libro, súper interesante. Y les quería decir que yo tengo un conocimiento de lo que están escribiendo las nuevas generaciones hoy en Córdoba —no tan profundo como quisiera, pero un poco lo tengo—, y veo esa constante, aunque no leí hasta ahora nada que trabaje por el lado de la ciencia ficción y de lo especulativo. Hasta ahora. En ese sentido, lo veía [al libro] muy cordobés y muy original al mismo tiempo.

[…] Hay un trabajo muy interesante —y que fue muy valorado por todo el jurado— que es el problema de las voces. Este es un libro donde a veces se elige un narrador en tercera o muchas veces se eligen voces en primera, y hay una enorme ductilidad para construir las voces. Las voces en primera son personajes, y son personajes muy interesantes y muy diferentes. A ver: narra una chica de barrio que es una diosa, una recontraquerible diva de barrio, que es recontrafierrera… Narra ella, y la escuchamos. Y es una atorranta divina, inteligente, astuta, medio cínica, con un humor genial… y es eso, es esa chica. La vemos con sus lycras fosforescentes… La vemos. Le vemos la carita astuta, le vemos el cuerpo precioso. Es uno de los mejores cuentos para mí, ese. O narra un muchacho ciniquito, un joven gay con pretensiones de trepar económicamente, un experto en marketing, que está enamorado y está en una situación terrible con su pareja… y narra y lo escuchamos. Y es un muchacho treintañero, gay, acomodado… lo escuchamos, es él, está muy bien. Y narra un viejo conservador que tenía su casita en un barrio que le invadieron con todos los negociados inmobiliarios y las explosiones demográficas de los ricos en Córdoba… Y es un viejo conservador y enojado, un personaje muy querible también. Y es un viejo… como lo puse en algún mail —perdón: no es contra la gente vieja, y yo tampoco soy joven—, pero ese es un viejo choto [risas]. Y está muy bien armada su voz, y al mismo tiempo es un personaje súper querible. Quiero decir: hay que poder meterse en esas pieles desde el lenguaje sin hacer ningún jueguito fácil ni barato —son muy sutiles los toques—, sin caer nunca en estereotipos. Ese trabajo con la voz es otra cosa que para mí hay que destacar.

Estos cuentos se reservan un espacio donde se dice no. Se reservan un espacio realmente de resistencia. Está siempre, de algún modo.” Elsa DrucaroffY por último algo que a mí me encanta en el libro: que es un libro de resistencia. Ustedes saben que las especulaciones extrapoladas de la ciencia ficción son de un pesimismo feroz. Esta también —no se crean que es muy livianito todo—, pero yo pensaba… Estaba leyendo últimamente, por temas profesionales, a un bloguero inglés que por ahí lo conocen: Mark Fisher. Un tipo fascinante, con una inteligencia soberbia, muy brillante, que pesca extraordinariamente los núcleos problemáticos y tremendos de la trampa en la que está metido el mundo en este momento. Es un marxista, es un tipo que quiere pensar el cambio y no encuentra la posibilidad de salida, o a veces la encuentra pero desesperadamente: la encuentra en destellos, la encuentra en el arte… Y habla del realismo capitalista como una especie de estética, o de forma de pensar el mundo hoy […]. Dice, directamente: es más fácil escribir una novela de ciencia ficción e imaginar el fin del mundo que imaginar el final del capitalismo. […] Yo estoy trabajando ahora un poco todas estas cosas latinoamericanas que le discutirían algunas tesis a Fisher, por suerte…

Estos cuentos se reservan un espacio donde se dice no. Se reservan un espacio realmente de resistencia. Está siempre, de algún modo. De algún modo, los clones programados para el gran negocio capitalista, bueno: son vida, ¿no? Yo clono algo, existe una persona. Es vida. Será un clon, pero es vida. Estará programado, estará todo pensado hasta el último detalle para hacer el negocio con él, pero es vida, y por algún lado se va a escapar. Como dicen en Jurassic Park, ¿no? La vida busca la vida. ¿Creás vida? Esto es impredecible. La pregunta por “¿creas vida?, entonces siempre hay algo impredecible”, yo creo que está prácticamente en todos los cuentos. O, si no —y esto tampoco obsta lo anterior—, la salida va por el amor. Por los afectos. Por el lado de que hay algo acá, un núcleo de afecto, de amor humano, que el capitalismo no me ha comido. ♦