Peinate que viene gente, 7 de marzo de 2008.
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Empecé a deshojarla una tarde a eso de las cuatro y la terminé diez horas después, una maratón para llegar al final de la historia que me había atrapado. Si bien los diálogos y la ambientación al comienzo no me entusiasmaron, cuando empiezan a entrar en juego otros personajes la historia toma envión y hace carrera sobre una escritura pulida y correcta, que si patina (lo sabrán más los especialistas que yo) no se bandea más de lo necesario. Lo que más me cuesta de leer en argentino es que no tengo el oído acostumbrado. Tanta traducción española nos ha puesto mierda entre oreja y oreja, así que nos suena mal escuchar cómo somos cuando hablamos, y nos cuesta un huevo y la mitad del otro escribirnos diálogos.
…de golpe te das con un pico de tensión argumental, donde la historia se va al carajo, donde te olvidás que el autor tiene un apellido frágil y que vos en la mano tenés un cigarro, donde empezás a morderte los codos porque la idea que estás leyendo es fruto de un momento muy lúcido de inspiración…” José PlayoCreo que en algunas partes al principio de La casa… eso salta, pero apenas en dos o tres parlamentos, hasta que le aceptás la tonada y te quedás en el mazo.Para colmo, no va que a eso de las doce de la noche te agarra la segunda parte del libro. Y vos, que venías leyendo de Borges (la novela lo toquetea todo el tiempo, pero no llega a ser un acoso), de la Divina Comedia, de los libros, de los excéntricos enajenados, de golpe te das con un pico de tensión argumental, donde la historia se va al carajo, donde te olvidás que el autor tiene un apellido frágil y que vos en la mano tenés un cigarro, donde empezás a morderte los codos porque la idea que estás leyendo es fruto de un momento muy lúcido de inspiración, algo que a vos no te pasa desde que te enteraste que tenías un hermano.
Hay un relato en este punto, en esta segunda parte de la novela, sobre un viaje enloquecido en auto que durará tres o cuatro páginas: para mí valen toda la novela.
Me gustó lo de Cristal, me abdujo el chango. ♦