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CRÍTICA • Mapamundi

Mapamundi, íconos del mundo

—por Matías Fernández—

Blog Hablando del asunto, 29 de julio de 2009.

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MARTIN-CRISTAL-Mapamundi-(2005)-800pxLa semana pasada leí Mapamundi, de Martín Cristal. No iba a leerlo o por lo menos no inmediatamente, porque siempre hay algo que leer antes. Pero algo pasó: en el tren de vuelta a casa abrí el sobre en el que llegó desde Córdoba y me puse a inspeccionarlo, como sí hago con muchos libros que llegan y no siempre puedo llegar a leer.

Leí la primera página, la segunda y cuando me quise dar cuenta ya estaba metido de cabeza leyendo y pasándola bien.

Me gusta esta idea de “marcar con un señalador” tendría que hacer un listado. Porque todos sabemos: hay libros buenos, libros increíbles, libros largos, aburridos, sublimes y entre muchas otras calificaciones hay libros con los que la pasamos bien, esos que se desea leer con placer.

Mapamundi es un libro de relatos, con siete historias, cada una situada en una ciudad: París, Ámsterdam, Tel Aviv, Barcelona, México DF, Buenos Aires y Córdoba. Esta selección geográfica guarda una íntima relación con la biografía del propio Cristal. Sabemos que vivió algún tiempo en Israel, otro en México y reside actualmente en Córdoba.

La pregunta que quisiera responder es por qué me gustó el libro. La primera razón es, sin dudas, porque me gustan las crónicas de viajes. Ya lo mencioné acá hace un tiempo. Ésa es la puerta de entrada que atrae a una persona que puede pasar un buen rato mirando una guía de viaje e imaginando recorrer lugares exóticos.

Pero después de eso tiene que haber algo detrás de la mampostería, y ese algo es un relato atractivo, pero sobre todo, eficaz. Se trata de una narración icónica que —como uno de los personajes— señala con el dedo aquello que hay que ver:

Todos los turistas en el mirador señalaban allá tal cosa, acá tal otra, refregándome en la cara sus guías de viaje y sus estadías de quince días en París para conocerlo todo, y yo: un mísero día. Yo: perdido, desorientado, como en otro planeta, pero intrigado de repente por una sola cosa: ¿y ese barrio de casas tan pequeñas ahí abajo, cerca de la torre? Parecía rallado, hecho migajas, construcciones demasiado pequeñas. Intriga absoluta. P. 15

El relato de Cristal es siempre el de un extranjero, tanto si el personaje es un visitante o un local de la ciudad.” Matías FernándezEl relato de Cristal es siempre el de un extranjero, tanto si el personaje es un visitante o un local de la ciudad. Al respecto me quedó grabado lo que escuché una vez sobre que (y esto pasa en mil libros) el Don Pablos de Quevedo en El buscón no habla sino a través de la voz del autor. Esto quiere decir que el personaje no tiene una voz propia (esto no es un “defecto” más bien un criterio estético), independiente, sino que expresa aquello que el autor quiere que diga. En ese caso era una fuerte “autocrítica” a la propia clase social de Don Pablos. En este caso, es el viajero que nota y refleja en la prosa el uso característico del lenguaje, el acento local. Esto es particularmente evidente en los dos relatos ubicados en Argentina: Córdoba y Buenos Aires específicamente. En el relato de México la cita a Geoffrey Firmin, el personaje de Bajo el volcán, refuerza la imagen del hombre en tierra extranjera recorriendo aquello que le es desconocido, pero desplazado del circuito turístico, haciendo su propio viaje. ♦